Hoy en día, muchas personas optan por solicitar préstamos a través de métodos más convencionales, lo que ha hecho que la figura del aval hipotecario pierda algo de protagonismo. Sin embargo, esto no significa que haya desaparecido ni que los bancos y otras entidades financieras hayan dejado de ofrecer créditos bajo esta modalidad.
El aval hipotecario permite acceder a diferentes tipos de financiación, con la posibilidad de obtener montos más elevados. No obstante, su funcionamiento puede variar según el caso. Si quieres conocer en detalle cómo funciona y en qué situaciones puede ser útil, te invitamos a leer este artículo hasta el final.
¿Qué es el aval hipotecario?
Lo primero que debes tener en cuenta es que un aval hipotecario no es lo mismo que un avalista. En este último caso, se trata de una persona que asume la responsabilidad de pagar el préstamo si tú no puedes hacerlo, una figura bastante común en el ámbito financiero.
Ahora bien, centrándonos en el tema que nos ocupa, el aval hipotecario es una garantía adicional que el banco o la entidad prestamista solicita para conceder un financiamiento. Como su nombre lo indica, implica una hipoteca sobre una propiedad que se ofrece como respaldo.
Este tipo de aval puede vincularse a una vivienda o a otro bien material, aunque lo más habitual es que se utilice una casa como garantía para acceder a distintos tipos de préstamos.
¿Cuándo se solicita un aval hipotecario?
El aval hipotecario puede ser una alternativa viable, pero no debe tomarse a la ligera. Las entidades financieras no siempre solicitan este tipo de garantía; solo lo hacen cuando el tipo de crédito lo requiere.
Por ejemplo, en préstamos personales de bajo importe, no es común que se exija un aval hipotecario. En el caso de solicitar el monto máximo de un crédito personal, lo más probable es que simplemente te pidan un avalista.
Teniendo esto en cuenta, veamos en qué situaciones se suele requerir un aval hipotecario al solicitar un préstamo:
Préstamos hipotecarios
Este es el caso más tradicional y sencillo de entender. Supongamos que deseas comprar una vivienda pero no cuentas con el importe total. En ese escenario, acudes al banco para solicitar una hipoteca sobre la propiedad que vas a adquirir, con el fin de obtener el dinero necesario.
En España, los bancos suelen financiar hasta el 80% del valor del inmueble, por lo que debes disponer del 20% restante como entrada. Una vez aprobado el préstamo y realizada la compraventa, puedes disfrutar de la vivienda.
Es importante tener en cuenta que el dinero otorgado a través de una hipoteca solo puede utilizarse para la compra de la propiedad. Si tu intención es obtener una suma elevada para otro propósito, lo ideal sería optar por otro tipo de crédito.
Préstamos con garantía hipotecaria
Esta es una alternativa más reciente en el mercado financiero. Los préstamos con garantía hipotecaria, al igual que los hipotecarios, generan una hipoteca sobre un inmueble (vivienda, local o piso). Sin embargo, estos créditos son ofrecidos exclusivamente por entidades de capital privado.
La principal diferencia con respecto a una hipoteca bancaria es que puedes usar el dinero para cualquier finalidad: invertir en un negocio, unificar deudas, reformar tu propiedad, entre otros usos.
Gracias a la tasación del inmueble ofrecido como aval, es posible acceder a montos de financiación más altos. Esto representa una gran ventaja si no puedes acudir a un banco tradicional y necesitas cubrir gastos importantes.
¿Qué significa aportar un aval hipotecario?
Aportar un aval hipotecario significa ofrecer un bien inmueble como garantía de que cumplirás con la devolución del préstamo en el plazo acordado.
A diferencia del avalista, que es una persona que se hace responsable por ti, aquí eres tú quien responde directamente con tu propiedad. En una hipoteca, el aval suele ser la vivienda que vas a adquirir. En los préstamos con garantía hipotecaria, el proceso es más flexible: puedes ofrecer una propiedad de tu propiedad o incluso de un familiar o amigo, siempre que cumpla los requisitos.
Además, en muchos casos se permite utilizar inmuebles que ya tengan una hipoteca vigente, siempre que esta sea mínima y no impida la concesión del nuevo préstamo.
¿Qué pasa si no pagas?
Como en cualquier forma de financiación, el aval hipotecario conlleva riesgos. Si no cumples con los pagos establecidos, podrías perder el inmueble usado como garantía. La entidad prestamista tiene derecho a iniciar un proceso judicial y ejecutar un embargo por impago.
Por eso, antes de optar por esta vía, es fundamental evaluar tu capacidad de pago y asegurarte de que podrás cumplir con las condiciones acordadas.
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